viernes, 5 de octubre de 2007

EL NUEVO CARAVASAR

A partir de este número, este blog retorna del coma en que se hallaba, debido a la gran cantidad de trabajo que he tenido en los últimos meses.
Y lo hace sin la desmesura de los primeros 25 números, cuando pretendió ser una revista literaria y me consumía tres y cuatro días de trabajo, entre la búsqueda de los materiales y las imágenes, y la revisión y corrección de los textos.
Luego, lo he mantenido al mínimo, apelando las más de las veces a mi archivo personal y otras escribiendo algo muy puntual para el espacio.
Pero esta fórmula no me ha satisfecho en ningún momento. Por ello, he buscado algo que, sin atiborrarme de trabajo, me permita compartir con mis fieles visitantes y lectores no sólo mis textos narrativos y reflexivos, sino aquellos cuentos, poemas, ensayos y artículos de otros autores que, tras yo leerlos en la red, me hayan gustado.
Esto era lo que hacía originalmente, cuando mostraba ocho, diez o doce textos distintos, pero ahora seré mesurado: sólo presentaré uno y algún texto mío o sobre mi obra.
Hoy inicio esta nueva etapa –ya van cuatro–, con nuevo formato y plantilla, que, espero, sea la definitiva y agradezco enormemente a quienes, pese a los vaivenes de este espacio, siempre lo visitan con cariño.
En esta ocasión, quiero compartir con ustedes un texto de la escritora cubana Mirta Yánez que, estoy seguro, les sorprenderá.

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VERSIÓN ORIGINAL

Mirta Yánez

ACABA DE MORIR EN FLORENCIA el último de la descendencia bastarda de la familia Bardi. Esta noticia podría pasar por alto si se desconoce que un Bardi auténtico tomó por esposa a Beatriz, la musa de Dante e inspiradora de La Comedia.
Hasta su deceso, este infeliz había conservado oculto, en el mayor de los secretos, un manuscrito original de los célebres versos. Por desgracia, esta papelería –fechada en marzo de 1300– pertenece irrefutablemente a la mano del genio florentino. Si hubiera el menor resquicio a la duda, esta historia nunca habría tenido la más mínima posibilidad de acceder a la luz pública.
Cabe suponer que la estricta reserva de tantos siglos obedece a un móvil cuya enormidad explica por sí sola el silencio. Conservados en perfecto estado, los pliegos de esta versión prima se limitan al Canto V, donde aparecen sentenciados los lujuriosos.
Los versos originales aquí preservados en su prístino designio, sufrieron posteriormente un cambio con toda certeza intencional, de puño y letra del propio Dante, alteración asentada después como definitiva y que narra la tragedia de Paolo y Francesca.
Los famosos amantes, castigados livianamente a vagar juntos llevados por el viento y no como debían haber merecido, dada la naturaleza nefanda de sus amores, tal da fe el malhadado legado de Bardi, a penar en el recinto Tres del Séptimo Círculo de los violentadores (como sí sucede con el propio maestro del Poeta, Micer Brunetto Latini quien se abrasa solitario bajo la lluvia de fuego), se llamaban en realidad Paolo y Francesco.
Este horroroso descubrimiento cambia abruptamente la noción que hasta ahora se ha tenido de la obra y abre turbulentas interrogantes. La transgresión de la ley de los sexos llevaría al excelso vate a cambiar la letra final del nombre, transformándolo por obra y gracia de una errata (si se le puede llamar así), en una Francesca que, aunque pecadora, no violaba tan desafiantemente los inamovibles preceptos de la virilidad?
¿Por qué Paolo y Francesco disfrutan de cierto indulto, en tanto sus iguales fueron sentenciados al fuego continuo? ¿Dante prefirió esta versión para tranquilidad de los lectores y el estudio reposado de los educandos?
Sea como sea, ahora estamos obligados a revisar La Divina Comedia de punta a cabo, a replantear la historia de la literatura, las reglas de la lógica y la ética, desde Aristóteles hasta hoy, y tal vez a echar abajo toda la cultura occidental.
Quién sabe cuántas hecatombes más desencadene en el universo esta revelación!

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Texto tomado de México Volitivo. Dirección:
http://mexicovolitivo.com/2002/Julio/version.html
Imagen: Jean-Auguste-Dominique Ingres. Paolo y Francesca (1819).
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Versión original, de Mirta Yáñez (izq.), resulta sumamente ingenioso y singular. Construido a partir de una noticia en apariencia insignificante (la muerte del último descendiente bastardo de la familia Bardi en Florencia) establece desde sus primeras líneas relaciones intertextuales con la Divina Comedia y logra estremecer los siglos de recepción que, hasta hoy, ha tenido la célebre obra de Dante. Según el narrador, el descubrimiento del manuscrito original de los versos ha develado que, en la versión primera, se condenaba el amor de Paolo y Francesco, y fue el propio autor quien luego hizo de este un personaje femenino.
Como si no bastara el efecto de conmoción que esta novedad provoca, la voz narradora incluye una serie de interrogantes que obligan al lector a cuestionarse y replantearse la historia de la literatura y hasta de la propia cultura occidental, en lo que deviene un intenso juego de pensamiento e imaginación: Yánez crea una ficción y, a través de ella, el lector con competencia literaria atribuye infinidad de causas al acto correctivo de Dante e imagina los posibles derroteros de la literatura de este hemisferio de haber sido dos hombres los famosos amantes del texto.
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Fragmento del artículo “Del adulterio y otros demonios”, de Anette Jiménez Marata, publicado el 27 de mayo de 2007, en el diario cubano Juventud rebelde.
“Versión original” es un cuento de Mirta Yánez, que figura en su libro Falsos Documentos, Editorial Unión, La Habana, 2005.
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