miércoles, 8 de agosto de 2007

CARAVASAR, 10 de agosto de 2007

VINE. VI. REÍ
(Dos textos)


GIOVANNA SÓLO HAY UNA


En 1964, en Roma, un carterista le quitó la billetera a un transeúnte, cerca de la famosa Fontana di Trevi.
Minutos después, el ladrón entró al zaguán de una casa y revisó la billetera recién birlada.
Aparte de algunos billetes y unos pocos documentos, la billetera contenía dos tarjetas de visita y una fotografía con una dedicatoria.
Por simple curiosidad, el carterista leyó la inscripción que la fotografía exhibía al dorso: “Con esta imagen, ya me tienes por completo”. Al pie de la inscripción figuraba el nombre “Giovanna” y una fecha relativamente reciente.
El ladrón sonrió porque, coincidencialmente, su esposa también se llamaba Giovanna y, pensando en lo improbable que sería que su esposa le engañase, le dio vuelta a la imagen.
Por un momento, el carterista sintió que el mundo se abría a sus pies porque quien aparecía en la fotografía era precisamente su Giovanna y eso quería decir que el transeúnte al que él había robado -y a quien ahora lamentaba no haberle visto el rostro-, era el amante de su esposa.

EL PADRE DE LA CRIATURA


En 1993, una mujer de Detroit, Michigan, llamada India Scott, salía con dos hombres al mismo tiempo sin que ninguno supiera de la existencia del otro.
Ni Darryl Fletcher, ni Brandon Ventimiglia, tenían la mínima sospecha de que estaban siendo engañados simultáneamente.
Pero en 1994 India Scott dio a luz a un bebé y, eludiendo a uno y a otro a determinadas horas, los convenció a ambos de que cada uno de ellos era el padre.
En los dos años siguientes, India Scott siguió arreglándoselas para llevar esa doble vida y, con una mentira aquí y otra allá, logró que Fletcher y Ventimiglia apenas vieran al que creían su hijo a ciertas horas y días de la semana.
La cosa no terminó allí. En 1997, India Scott se enamoró de un tercer hombre y se prometió con éste en matrimonio.
Cuando comunicó la noticia a Ventimiglia y a Fletcher, ambos acudieron a un tribunal y presentaron por separado una demanda de custodia por el creían era su hijo. Pero ocurrió como en las telenovelas: lo hicieron el mismo día y en el mismo tribunal. Fue de este teatral modo como Fletcher y Ventimiglia se conocieron y supieron de los manejos de Scott.
Aún así, dado que ambos daban por sentado ser el padre del niño de India Scott, se sometieron a pruebas de sangre para determinar quién, en efecto, era el padre de la criatura.
Y, sorpresa: ninguno de los dos lo era.
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Tomados de mi libro Vine, vi, reí. Random House Mondadori, Caracas, 2006.

1 comentario:

Marlin dijo...

Es más difícil descubrir la infidelidad femenina, por que las mujeres saben mentir muy bien y porque el hombre, con la idea de que es lo mejor que hay en el mundo para su mujer y además creyendo siempre que nadie puede hacerla sentir mejor que él mismo, rechaza la idea de que le estén montando los cachos.
Saludos, espero te pasees por mi blog...